viernes, 3 de febrero de 2017

Fortis: la educación ya no es lo que era

Magaly Liliana Ramírez López


¿Qué pasaría si un docente que impartió clases en una escuela rural durante los siglos XIX o XX pudiera cobrar vida y entrar a un aula rural del siglo XXI? ¿Se asombraría por los cambios? ¿Sería incapaz de reconocer los métodos y medios de enseñanza-aprendizaje que actualmente se utilizan? ¿Qué pasaría si entrara a una escuela urbana? 

En muchos casos, el docente solamente tendría que saber que en lugar de utilizar la tiza tendría que ocupar un marcador para escribir sobre un acrílico. 

Aula rural del siglo XIX

Aula rural del siglo XXI

Si pensamos en ello, en un primer momento podríamos enfocarnos en los recursos que los gobiernos han invertido para mejorar la infraestructura de las escuelas, en la dotación de nuevas tecnologías, materiales educativos, entre otros, para apoyar la labor docente.

Por otra parte, podemos hablar de la resistencia que se genera en los docentes por comprender el ritmo vertiginoso en el que evoluciona la educación, generar estrategias, adquirir nuevos conocimientos y desarrollar habilidades acordes a las exigencias de estos tiempos.

Si los alumnos ya no son los de antes, los docentes no deben ser los mismos de antes, aun cuando en el aula no cuenten con la tecnología del momento, se pueden desarrollar estrategias innovadoras y expandir la educación con otros medios.

Fortis

Para comprender mejor cómo es la educación, hemos creado un personaje que sospechamos nos va a ayudar; su nombre es Fortis (fuerte, en latín).


Fortis, como su nombre lo dice es muy fuerte. Tiene un tamaño gigante, desde que nació, hace unos cuatro millones de años, no ha dejado de crecer y nunca dejará de hacerlo. No se sabe en qué lugar de la Tierra nació exactamente, pero es capaz de andar por toda ella con gran facilidad.

Este personaje tiene un cuerpo hermoso de colores muy atractivos, su cabeza es color azul como la inmensidad del cielo, el mar y el conocimiento. En su frente tiene tatuados los símbolos de los elementos de la Tierra porque se nutre de ella. Sus orejas son enormes y blancas, pues siempre escucha y a los humanos nos permite escribir en ellas. Le encanta aprender absolutamente de todos.

Su cuerpo se llena de formas, mismas que representan el conocimiento que va construyendo en la Tierra con ayuda de los humanos. Algo muy extraño es que su cuerpo es como la gelatina, puede cambiar de forma, adaptarse a las circunstancias y evolucionar.

Fortis tiene unos ojos muy tiernos ya que todo lo ve con nobleza y mucha paz. Cuando camina por la tierra las huellas que deja son humanas y de muchos colores. También dispone de una alfombra para volar.

Fortis, ha evolucionado en todos estos millones de años y ahora su cola tiene un adaptador que debe conectar a todos los lugares que va. Cuando se conecta se alimenta y además, transmite todo lo que sabe a la humanidad. Esto es genial porque a los humanos nos permite saber de dónde venimos, intercambiar conocimientos con los humanos que se encuentran a miles de kilómetros, así como cooperar. 

Este ser evolutivo es amigo de todos los humanos, no actúa jamás en contra de alguien. Sin embargo, todos los días lucha contra la resistencia al cambio, el conformismo, el abuso de poder y la procastinación. 

Fortis tiene un secreto: tiene a sus humanos favoritos. Son aquellos que le ayudan a conectar, a innovar, a crear y a expandir los medios para el desarrollo social, aquellos que se preocupan y se ocupan por mejorar. Tiene amigos favoritos, pero como dijimos antes, le encanta estar y conectar con todos.

En pocas palabras, Fortis es genial, solo debemos ayudarle a expandirse para que nos ayude a ser mejores seres humanos.


Compartimos una experiencia exitosa de cómo expandir las educación más allá del aula que nos ha parecido fantástica y que además, se lleva a cabo en un espacio rural.


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